La historia de la orfebrería en América Latina se pierde en el tiempo. Sin embargo, aztecas, mayas, muiscas, moches, nazcas, chavines e incas dejaron una estela masiva de tecnología orfebre que hoy asombra a todo aquel que contempla esta producción orfebre a base de oro, plata y cobre.
La orfebrería es un arte que ha pasado de padres a hijos como resultado de sólidas experiencias culturales que tienen su origen en las relaciones míticas y religiosas de diferentes pueblos: mayas, aztecas, muiscas, moches, nazcas, chavines e incas, y que ha sido dado por resultado excelentes piezas de joyería y objetos de uso religioso y adorno de la nobleza.
Esta impronta cultural de la orfebrería no fue acabada ni disminuida, al menos en el caso peruano, durante la colonia porque los antiguos artesanos no tuvieron oposición por parte del colonizador español, quien quedó genuinamente cautivado por su arte y lo consumió con esmero ya que las piezas que producían no se produjeron en Europa.
Pero la historia ha continuado para el millennial orfebre latinoamericano. Por dar solo un ejemplo, los moches, que alguna vez alcanzaron niveles extraordinarios en la producción de adornos de oro, plata y cobre, acompañados de piedras preciosas y semipreciosas, plumas de aves amazónicas y corales, hoy tienen un resurgimiento a través de excelentes artesanos. Que han sabido sumar a su arte moderno tecnologías para dar a conocer una orfebrería y una joyería que nada tiene que envidiar a la de otras latitudes.
Los países latinoamericanos con mayor presencia en el mercado de la joyería son Argentina, Chile, Colombia, Ecuador, México, Brasil, República Dominicana y Venezuela.
El estado actual de la joyería y orfebrería latinoamericana contemporánea tiene un excelente potencial de expansión. El mercado se mantiene receptivo a esta nueva propuesta que ha emergido con fuerza en América Latina porque la orfebrería asegura que el legado indígena no se pierda.
